miércoles, 18 de diciembre de 2013

COBDAR. VIRGEN DE LA PIEDAD




Virgen de la Piedad. Primera semana de agosto. La fiesta de verano, para divertimiento y encuentro de los vecinos del pueblo que tuvieron que ausentarse por distintos motivos, tiene como centro de interés a su patrona, la Virgen de la Piedad, y se celebra el primer fin de semana de agosto. La fecha originaria era septiembre, pero para facilitar la asistencia y aprovechar el tiempo vacacional se trasladó hace unos veinte años al primer fin de semana de agosto.

viernes, 12 de julio de 2013

CUEVAS DEL ALMANZORA - NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN



CAPILLA DEL CARMEN

La Capilla del Carmen se encuentra situada en la nave la teral izquierda de la Iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación.
Presenta una solución arquitectónica muy particular; es de planta ovalada y su cúpula elíptica es una de las pocas en su género en la provincia de Almería.
En ella se encuentran dos retablos, procedentes uno de la Iglesia de San Sebastián y que está dedicado a la Virgen del Primer Dolor, cuya imagen primitiva que era de Salzillo fue destruida en la Guerra Civil. El otro retablo procede del convento de San Francisco y tiene varias imágenes de santos franciscanos.
El proyecto y la dirección de la obra es de don Antonio Falcés Yesares, que era director técnico de la mina Carmen y decano de los ingenieros de minas de Sierra Almagrera. El pavimento es de mármol blanco de Macael.
La grandiosa verja de hierro que cierra la capilla fue fundida por Valentí Esparó en Barcelona. La imagen de la Virgen del Carmen situada en el camarín de la capilla fue tallada también en Barcelona por encargo de Don Diego Soler Flores, y fue colocada allí en 1889 después de una bula del papa León XIII declarase la Virgen del Carmen patrona de Cuevas en junio de 1888.

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Música de fondo: 

Salve a la Virgen del Carmen


martes, 9 de julio de 2013

ALBOX - NUESTRA SEÑORA DEL SALIENTE


La imagen de Nuestra Señora del Buen Retiro de Desamparados o del Saliente es escultóricamente singular, por la riqueza de detalles y la fidelidad con que se ajusta al texto apocalíptico (Ap. 12, 1-6) del cual es hermosa materialización formal. Más singularidad le añade a esta imagen su propia cronología, cifrada en los primerísimos años del siglo XVIII, cuando la Mujer del Apocalipsis se encuentra narrativamente oscurecida por la iconografía inmaculista.
El conjunto escultórico no llega a los 60 cm. de altura, desde la corona hasta el comienzo de la peana, y está trabajado sobre olorosa madera de sabina, cuyo aroma percibe quien contempla en proximidad, reforzando así el carácter sagrado de la imagen envuelta por su origen misterioso. Una rica policromía, en gran parte perdida, realza volúmenes y propicia claroscuros de rico contraste. Cinco elementos lo integran: la Virgen; dos ángeles vestidos a la usanza del XVII, que la sostienen y elevan por encima del dragón: la luna, nunca ausente y siempre definitoria en la iconografía apocalíptica, sobre la que apoya sus pies descalzos la Mujer: el dragón, excluido por los artistas cuando la Mujer del Apocalipsis se transforma en Inmaculada.
La Virgen, con la misma fuerza barroca que caracteriza al conjunto, está dotada de una esbeltez y dinamismo que proceden de la distribución acertada de sus volúmenes y los perfiles que la definen. Las superficies brillantes y las tonalidades claras y transparentes, potencian el ingrávido movimiento de la figura.
Aureolada por el azul del manto que iluminan los soles de oro, los vivos colores de los ángeles, el ocre rojizo del dragón y la plata perdida de la luna, hacen de la Virgen el centro de la composición, entablando un diálogo, que remite a lo trascendente, a lo alto, con quien a ella se acerca. El conjunto, bello y armonioso conceptualmente firme y definido, rico en matices y sugerencias, se presenta como joya frágil y etérea que recuerda en su factura un trabajo de fina porcelana.
La imagen de Nuestra Señora del Buen Retiro de Desamparados o del Saliente es catequesis para una comunidad que comienza a encontrar sus señas de identidad tras superar las dificultades de hambre, emigración y desarraigo. Los catequistas fueron Lázaro de Martos y Roque Tendero, hombres cultos que ya estaban enraizados en esta tierra seca y agreste a la que un día llegaron sus padres y abuelos en busca de esperanza.
La imagen de la mujer del Apocalipsis es para ellos la Asunción, la Inmaculada Concepción: aquella por la que el pueblo ha hecho juramento de defensa, pero es también manifestación de esperanza. Es la misma esperanza que da sentido a sus vidas.
La Virgen del Saliente es punto de referencia vivido en profundidad vital y religiosa para esclarecer la cotidianeidad de dificultades y luchas: es esperanza que ilumina el desierto para que no sea lugar de tiempo sin fin, sino etapa necesaria y pasajera cuando lo miran "los desterrados hijos de Eva" que invocan a María como "Reina y Señora". Ella, en su buen retiro, es lugar de acogida de penas y alegrías, días y noches, emigraciones y retornos. Mira al cielo sintiéndose a salvo: sus manos son oración a Dios y, como le canta Julio Alfredo Egea, "tienen vocación de nido".
Fuente: PEDRO Mª Y ANTONIO FERNANDEZ ORTEGA."La Virgen del Saliente en su Buen Retiro" .  Ed. Fundación "Santuario de Nª Sª del Saliente. 1.993
Romería al Santuario del Saliente
8 de septiembre
El día de la Virgen se celebra desde siempre el 8 de septiembre, Natividad de Nuestra Señora. Tanto Moreno Cebada como Bolea, se extrañan de que esta fiesta no se conmemore el 15 de agosto, Asunción de Nuestra Señora a los Cielos, ya que para ellos la imagen representa una Asunción, atribuyendo este cambio de fechas a las necesidades que impone la agricultura en estos meses. La realidad es otra: desde el origen de esta manifestación religiosa está implícita la idea de la Virgen del Apocalípsis, por lo que no tiene sentido celebrarla en agosto.
La documentación municipal recoge ya en 1.727 la afluencia de gente en este día, enviando a la ermita regidores y justicias para el mantenimiento del orden. En 1.804, las celebraciones tienen ya un carácter ruidoso y los cohetes y los tiros de trabuco se están generalizando. El Ayuntamiento de Albox toma cartas en el asunto y acogiéndose a las reales pragmáticas y disposiciones que prohíben el uso de armas de fuego, por voz de pregonero hace saber que no se permitirán los disparos con estas armas en el Saliente.
Antes del Día de la Virgen comenzaba la romería, y desde los distintos puntos de la geografía mariana del santuario, salían los devotos que iban a participar en la fiesta, andando o en mulas que cubrían sus sencillos aparejos con vistosos cobertores y zaleas, dando a la romería un carácter alegre y abigarrado. Las aguaderas de esparto portaban la paja y cebada para la bestia junto con la comida de los romeros y los manojos de albahaca junto a las limosnas en especie, que habrían de ofrendar a la virgen y a los pobres en cumplimiento tal vez de una promesa hecha en momentos de apuro.
La subida se hacía entre cantos y alegría, sin alterar el sentido religioso de quienes descalzos, en silencio o portando a hombros a la criatura que, en peligro, recibió la ayuda de la Virgen, iban cumpliendo sus promesas. Las promesas al pie de la cuesta se intensifican: se sube con los pies descalzos, de rodillas, rezando. En la cima, la alegría y la satisfacción de haber superado la dificultad y la prueba.
Al final del camino una estampa medieval se abre al visitante: pobres, mendigos, tullidos y pícaros extienden sus manos y con voz lastimera llaman a la caridad. Es el momento de cumplir la promesa de repartir el pan o la calderilla entre ellos.
Se mezcla lo profano con lo sagrado, siendo difícil diferenciarlos. Las habitaciones del claustro están abiertas para los peregrinos: lo individual se ha hecho colectivo; nada hay de nadie, todo es de todos.
El nuevo día, día grande, se comenzaba con nueva procesión de la imagen, misa solemne con diáconos y orador sagrado, entre ruidos de cohetes que sin cesar se disparaban desde la tarde anterior. Mirando al valle, la Virgen se había detenido y culminaba la emoción con el canto de la Salve que, en la prolongación de sus notas, se convertía en sentida meditación. Los vivas a la Virgen del Saliente, a la Pequeñica, llenaban la plaza y el templo entre la algarabía de los puestos de turrón, de velas, licores y recuerdos piadosos que daban ese aire de fiesta en ruptura con lo cotidiano, con predominio del exceso y como adelanto de la gran fiesta, eterna, siempre esperada.
Mientras tanto en Albox, una alegre juventud sigue a los mayores en el testimonio de una tradición. Subir andando al Saliente es un rito que se perpetúa cada año, renovando con nuevo estilo viejas costumbres. En los últimos tiempos comienza la romería  con un acto a las doce de la noche en la Parroquia de Santa María, cuyo centro es la felicitación a la Virgen con el canto de la Salve. Empieza a caminar y las antiguas promesas se mezclan con las nuevas; no falta algún estudiante que en su mochila lleve los libros de las asignaturas que en junio no superó.
El camino se inicia y como luciérnagas luminosas se ven en la noche las luces que indican la marcha. Un alto se hace obligado en el bar de Bernardo en Las Pocicas, donde comienza a notarse la fatiga que con un bocadillo se alivia. se reemprende el caminar, se pasa por los Aceiteros y poco después comienza el tramo más duro: !Hay que subir la cuesta!
El itinerario ha cambiado poco y el cansancio se acusa al coronar la cima. Algunos romeros buscan un sitio donde descabezar un sueño, mientras los automóviles van llenando la carretera y accesos al Santuario. Las misas comienzan al amanecer y entre cohetes, altavoces y bullicio, se suceden las idas y venidas una vez cumplida la promesa, encargada la misa, hecha la ofrenda de albahaca y flores o efectuando el donativo. Después de la Misa Mayor a la una de la tarde, la imagen sale en procesión. La Salve se cantan como antes, con la imagen mirando al valle: la fiesta continúa hasta el anochecer renovándose continuamente la gente que desde los más diversos lugares visitan el Santuario.
Todo es orden, hasta en los mendigos que siguen esperando la limosna y que en autocares van haciendo el recorrido Saliente, Monteagud, Tices y Bacares. Un aire nuevo se respira, manteniendo lo fundamental como nota: la devoción profunda a la Virgen del Saliente.
PEDRO Mª Y ANTONIO FERNÁNDEZ ORTEGA: "El Santuario del Saliente. Historia y Vida" . 1985

 SANTUARIO DEL SALIENTE

Música de fondo: Salve Popular a la Virgen del Saliente

miércoles, 19 de junio de 2013

ALMERIA - VIRGEN DEL MAR



DÓNDE SE APARECE

 

El lugar donde se aparece era y es una torre atalaya situada en el litoral almeriense cerca de la zona denominada El Alquián. Era una atalaya de segunda categoría; esto quiere decir que disponía de tres vigías a diferencia de otras que disponían además de un cabo.

 

El acceso al Torreón era a través de una escala de cuerda, colgada de los matacanes que coronaban el bloque, entrando por un portillo a siete u ocho metros de la base. A los dos departamentos siguientes se accedía por el interior, uno de ellos era almacén de esparto para almenaras y ahumadas (forma de comunicación y aviso). La escala de acceso se retiraba al anochecer.

 

En 1502 la torre carecía de la segunda estancia y de la terraza. Con los Reyes Católicos seguía la costumbre de que esta atalaya árabe tuviera tres vigías, aunque en la época de la aparición solo constan dos vigilantes según Martín del Rey: “Andrés de Jaén (que pertenecía al Cuerpo de Inválidos por haber quedado cojo al formar parte de las huestes cristianas a las que había servido) en turno de noche, y Diego Marín  en turno de día”.

 

ENTORNO SOCIAL

En diciembre de 1489 con los Reyes Católicos llegan los tres primeros frailes predicadores dominicos a Almería; pronto serían seis y fundarían la primera escuela pública de enseñanza.

 

El convento de los dominicos, en el tiempo de la aparición de la Virgen, se componía de un prior, Fr. Juan de Baena, los conventuales Fr. Clemente de Piedrahita (sacerdote) y Thomas de Baena (sacerdote), Francisco de Jaén (diácono), Thomas de Ezija (profeso), y los legos Andrés de Padilla y Juan de Alcántara. También se cita en algunos documentos a Fr. Humberto de Salvatierra.

La población de Almería era de 580 vecinos equivalentes a 5.320 habitantes. La Ciudad tenía en esa época las siguientes autoridades:

 

*  Corregidor: Alonso Escudero.

*  Rexidores: Pedro Núñez de Benavente, Martín Alonso de la Cerda, Alonso de Alcántara, Arias de Medina, Juan de Lezcano y Galcerán de Almenara.

*  Alguacil: Pedro Herrero.

*  Obispo: Juan  de Ortega, ausente por formar parte del Cortejo Real.

*  Deán y gobernador eclesiástico: Francisco de Ortega, sobrino del prelado titular.

*  Cabildo: tesorero, Alonso de Fuentes; chantre, Ginés Sánchez; maestreescuela, Diego Lucero.

*  Canónigos: Juan de Texea, Fernando Pérez, Antón de Córdoba, Ginés de Porta, y Simón Narváez; todos ejerciendo como criados de los Reyes,

   sin residir en Almería.

 

En el momento de la llegada de la Imagen de la Virgen sólo están en la Ciudad Porta y Narváez.

 

DE DÓNDE PROCEDÍA LA IMAGEN

Por aquél entonces, las naos y galeras que navegaban por el Mediterráneo desde el s. XIV empezaron a estar dotadas, en la cámara de popa, de un pequeño espacio dedicado a capilla donde generalmente se depositaba una imagen de la Virgen para culto y veneración de los navegantes de dichas embarcaciones.

 

Es opinión generalizada que la nave que portaba esta Imagen de la Virgen del Mar había sido realizada en una atarazana de la costa valenciana o catalana, o de la costa de Italia, en la cual además de construirse la nave se talló la Imagen que se depositaría en la capilla de dicha embarcación. Se trata de una talla de nogal policromada, de estilo gótico tardío. La referida nave debió ser atacada por piratas sarracenos en su ruta por “el Mar Ibérico o Mar Mediterráneo”, ocurriendo el abordaje con probabilidad encontrándose cerca del promontorio de “Charidemus o Cabo de las Ágatas”, arrojando los saqueadores al mar –a su suerte- todo lo que no les era útil, como fue el caso de nuestra Imagen.

 

SU ARRIBADA A LA ORILLA DEL MAR. LA APARICIÓN.

 

No es posible determinar el número de días que la Imagen estuvo inmersa en el mar. Las corrientes marinas de la zona del Cabo de Gata la arrastraron hacia la orilla sufriendo varias rozaduras al tropezar con rocas que le deterioraron la espalda a modo de cuchilladas la espalda; también deterioraron al Niño, que portaba en la mano como una manzanita. La Imagen, siguiendo el curso de la marea, fue arrojada a la playa de Torregarcía, como a un tiro de piedra del Torreón hacia poniente. La torre vigía estaba emplazada como a unas 10 varas de la orilla del mar.

Corría la noche del 21 al 22 de diciembre de 1502 cuando ocurre la Aparición de la Virgen del Mar. Cubría guardia el torrero morisco Andrés de Jaén, y dice la crónica que “vio algo que rebrillaba en la mar, por lo que tuvo gran temor. Bajó de la torre y acercándose a la orilla, y estando así espantado, no sabía que pensar, cómo o en qué manera aquella imagen hubiese allí aportado, y dijo más, que por otra parte se halló tan consolado y con tanta devoción, aunque indigno y pecador por haber tal tesoro hallado.
Estaba todo elevado, al encontrar la imagen de N.ª S.ª, que no sabía que hacer, y en esto estando pensando, vínole al pensamiento de ir y llamar a alguno que viese aquel milagro de aquella imagen que había hallado. Y si en tanto que yo voy, dijo él, viene algún mozo y se la lleva para escarnecerla, no daré de mi muy buena cuenta.

 

Mas queriola llevar a la torre y probó, pensando en poder llevarla, y le pareció que aunque dos personas, tanta fuerza tuvieran, que con ella no podrían, y con muy grande dolor de corazón, se hincó de rodillas y con cuanta devoción él pudo y con su poco saber, las manos juntas, dijo: Sra. Virgen María, yo bien veo que soy pecador y no soy digno de tocar con mis manos pecadoras a tu gloriosa imagen, mas aunque no es razón que Ella aquí esté por el peligro de los Moxos, dame tú, Señora, fuerzas para yo la pueda llevar hasta la Torregarcía. Y probó por si la podía levantar, y le pareció que no sólo alzarla, mas en llevarla, no llevó más peso que si nada llevara, y que así lo juró que había acaecido” .
Cómo consiguió trasladar la Imagen hasta el interior de la torre es un misterio, ya que estas torres de forma cilíndrica tenían el portillo de entrada entre dos matacanes y a una altura estimable, y para su apertura lo hacían a través de bisagras o articulaciones emplazadas en la parte superior, de modo que, para su apertura, había que girarlas en el sentido de las agujas del reloj, empujándola desde su parte inferior, de forma que, cerrada, los vigilantes, armas y leña del interior quedaban inexpugnables. El llegar hasta la puerta era un proceder rocambolesco, la escala de cuerda atada a los matacanes, una escala de gato, pero en cuerda. La misma era quitada al caer el sol, quedando el torreón inaccesible.

 

LA LLEGADA AL CORAZÓN DE LOS ALMERIENSES

Seguimos con nuestro relato. Al día siguiente de la Aparición de la Imagen, Andrés de Jaén se desplazó con un compañero hasta la Iglesia Mayor de la Almedina, donde narró el suceso al Deán D. Francisco de Ortega, el cual lo despidió con esta expresión: “Id con Dios buen hermano, que ya pasó el tiempo en el que la Virgen se aparecía a los pastores. Y dejolo ir”

 

Por cuya razón el torrero se dirigió al monasterio del Sr. Santo Domingo, donde narra otra vez lo acaecido. El relato de la expedición que se organizó para comprobar qué cosa era aquélla que decía el torrero y traerse la Imagen, la describe el Deán Orbaneja tomada del acta que los dominicos firman dando fe, el Prior y la Comunidad del monasterio dominicano. Así, en la cabalgadura llamada “la Favorita”, la Imagen fue traída al Convento de los dominicos y al corazón de todos los almerienses.


El 1 de enero de 1503 los almerienses que fueron a oír misa de alba a Santo Domingo quedaron encantados al contemplar en el nicho principal de dicha iglesia la Imagen de la Virgen que nos vino del mar.

Años más tarde a este suceso, Andrés de Jaén, impresionado por todo ello y no pudiendo olvidarlo, abandonó el puesto de vigía y solicitó entrar de lego en el convento de Santo Domingo, donde acabó sus días a los pies de la Virgen del Mar y servicio de la Comunidad.

 

En Torregarcía, desde 1502 hasta hoy, cada primavera y verano -hasta agosto- florecen azucenas y narcisos en el mismo sitio en que se apareció la Virgen del Mar; milagrosamente, pues el terreno arenoso casi desértico y la salinidad del mismo hacen incomprensible que nazcan de forma espontánea estas flores. Es el milagro de las azucenas que cada primavera Dios nos regala, para que no olvidemos el momento y el gran regalo que nos dio con Nuestra Madre y Señora la Virgen del Mar.
HERMANDAD DE LA VIRGEN DEL MAR 

 Himno de la Virgen del Mar, Patrona de Almería, interpretado por la Banda Municipal de Música de Almería y la Coral Virgen del Mar. Fue estrenado en 1951 con motivo de la Coronación Canónica que tuvo lugar en el Puerto de Almería.

Letra: Manuel del Águila.
Música: José Padilla



Sobre las olas, Nuestra Señora va caminando;
sobre las aguas, viene la Virgen con su Hijo en brazos,
peces de plata de clara concha van escoltando
y de la espuma, encaje sube para su manto.

Suben al cielo las gaviotas de finas alas,
palio bordado de estrellas y nube del cielo bajan.
el viento absorto, en fina brisa se va cambiando,
y el aire leve, de dulce canto se va llenando.

Grises arenas, se oro se tornan
cuando la Virgen pisa la playa,
y flores blancas, blanco milagro,
con azucenas forman las andas.

Ya tienes manto de fina espuma, Virgen del Mar.
ya tienes coro de fina brisa que el viento amansa,
ya tiene palio de estrella y nube,
tienes escolta.

Hoy te traemos
la humilde ofrenda de esta corona,
y en ella, Madre, promesas, vida, fe ciega, amor...
Solo queremos, Señora y Reina, que nos protejas,
tu amor, Señora, tu bendición.